Por Sol Vilar García.

Nuestra piel es el órgano más grande que tenemos y el que nos protege ante cualquier agente externo. Estamos acostumbrados a que cuide de nosotros sin pedir nada a cambio y por esta razón acabamos olvidándonos de ella.

La piel está formada por dos capas: la epidermis (externa) y la dermis (interna) y actúa como una barrera flexible que proporciona un escudo o defensa única que protege frente a las fuerzas mecánicas y a la penetración de agentes químicos o biológicos. Por si fuera poco, también se encarga de regular la pérdida de agua del organismo y de protegerlo contra los efectos de la luz natural y artificial, del calor o del frío. Pero para que la piel y sus secreciones puedan realizar estas tareas es necesario que esta no se vea alterada por lesiones químicas o mecánicas y se encuentre en sus condiciones óptimas.Se sabe que la piel puede reaccionar frente a un gran número de agentes químicos, físicos y biológicos que actúan solos o en combinación provocando distintos trastornos cutáneos. Las patologías dermatológicas con mayor incidencia en la población son:

• La psoriasis es una dermatosis inflamatoria de origen desconocido, habitualmente de curso crónico, pero que muestra una gran variabilidad clínica y evolutiva. Se caracteriza por presentar placas eritematosas, bien delimitadas y cubiertas por escamas nacaradas.
• Las discromías se deben a alteraciones de la pigmentación por melanina donde encontramos zonas más oscuras y otras más claras formando manchas y dando lugar a zonas con mayor fragilidad a sufrir otro tipo de patologías cutáneas.
• La Candida albicans puede considerarse un hospedador habitual de piel y mucosas. Tiene una especial preferencia por los pliegues, donde si prolifera  produce lesiones exudativas, con maceración y picor.
• El impétigo es una infección cutánea superficial producida por determinados gérmenes (estafilococo y estreptococo). Es más frecuente en la infancia, pero también tiene incidencia en adultos y genera picor con lesiones erosivas frecuentemente como resultado del rascado, aumentando así también el área de infección.
• El término de dermatitis atópica hace referencia a una dermatitis crónica o recidivante como respuesta exagerada a ciertos estímulos ambientales que se observan en el contexto familiar de una atopia. El síntoma fundamental es el prurito o picor que aparece de forma repentina e induce el rascado. La piel es seca, muy sensible y fácilmente irritable.
• La urticaria se caracteriza por la aparición de elementos cutáneos de aspecto eritematoso y es característica la presencia de prurito. Las causas más frecuentes son en primer lugar los medicamentos y con menor incidencia los alimentos, picaduras de insectos y determinados antígenos tanto inhalados, ingeridos o de contacto.
• La rosácea es una enfermedad inflamatoria crónica de causa desconocida que afecta a la piel con enrojecimiento inicialmente transitorio, que más tarde se hace persistente con aparición de dilataciones vasculares y en ocasiones granos rojos y con pus.

Tenemos muchas formas de cuidar a diario nuestra piel y prevenir por tanto todas estas patologías o lesiones en nuestra piel y aquí os dejamos algunos consejos:

• Aplica repetidamente una crema solar con un SPF que sea adecuado a tu tipo de piel con barreras físicas y no químicas que no dañen la superficie de tu piel. No te expongas en horas en las que el sol incide de manera más agresiva o durante tiempo demasiado prolongados.
• Es importante usar productos suaves para el cuidado de la piel, no agresivos para la rutina de limpieza formulados en su totalidad o mayoritariamente por extractos naturales.
• Para la piel es mejor la ducha que el baño y con agua templada. Aclara bien el cuerpo entero para eliminar cualquier resto del producto de limpieza antes de salir de la ducha. Después seca con rapidez la piel dando suaves golpecitos y no frotes la piel con agresividad hasta que esté seca.
• Hidrátate a diario. Esto te ayudará a reparar la película hidrolipídica que cubre la epidermis con productos cosméticos adecuados a tu tipo de piel y formulados a base principalmente de extractos naturales.
• Resguarda tu piel de climas extremos, incluso las extremidades y mantenla hidratada.
• Asegúrate de que bebes el agua suficiente, por lo menos 1,5 litros de agua.
• Una dieta saludable y equilibrada es imprescindible para mantener la salud de tu piel. Cada día debes comer cinco piezas de fruta y verdura, ricas en antioxidantes y eliminar alimentos refinados y pobres en nutrientes.
• Es necesario descansar las horas adecuadas durante la noche, ya que nuestro organismo se recupera durante estas horas y sobre todo la piel.
• Elimina los tóxicos que tanto dañan nuestra piel como el tabaco o el alcohol que tanto dañan nuestra piel.
• Mejora tu dieta con algún complemento alimenticio orientado a cuidar y mejorar las condiciones de nuestra piel.

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